La fundación de Mixquic (cuyo significado es “en el mezquite”) se remonta hacia los años 1160-1168, sus pobladores estaban vinculados étnicamente con los toltecas y chichimecas, se constituyeron como un señorío independiente manteniendo cierto parentesco con los Chalcas. Aprovechando la condición lacustre de la zona se dedicaron a la pesca, entonces abundante, obtenían así su principal alimentación diaria.
Los mixquenses antiguos se dedicaron a cultivar su religión cuya deidad principal era miquixtli, diosa de la vida y de la muerte. En su honor eran sacrificados los enemigos capturados durante las guerras con otros pueblos. El ritual era una autentica fiesta. Al amanecer, con solemnidad y reverencia adornaban el Xolotl, que era un madero sagrado colocado verticalmente en el patio del templo, y a su alrededor se colocaba una gran ofrenda de comida y bebida, flores, figuras de hueso o barro. Los sacerdotes vestían lujosos trajes, los jóvenes bailaban y los mayores comían ricos manjares y bebían pulque. En todo este tiempo los sacrificados aguardaban con sus cuerpos pintados y adornados. Llegada la medianoche se les cortaba de raíz sus cabelleras, enseguida los formaban en fila frente al tzompantli, donde desnudos, porque muertos no necesitaban vestidos, se les cortaba la cabeza, ofrendando ésta a Miquixtli. El ceremonial terminaba con los sacrificios humanos de sus enemigos y entre ellos mismos. Esta no era una practica sangrienta sin sentido ni objetivos, sino un ritual necesario por sagrado y mágico para trascender en esta vida y acceder a un estado superior en el infinito devenir del tiempo, porque para ellos, como para la mayoría de los pueblos mesoamericanos, la vida no termina con la muerte. Después de la conquista de los aztecas y demás pueblos del Valle de México por medio de las armas, los evangelizadores españoles inician la conquista espiritual de los nativos. Calificando como prácticas bárbaras y sangrientas inspiradas por el demonio, inicia la destrucción de los templos prehispánicos construyendo sus conventos sobre esas mismas ruinas. Sin embargo, los colonizadores no logran totalmente su objetivo. El culto subsiste mimetizándose con los oficios, ritos y tradiciones de origen judeo-cristiana.
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